El supermercado


Cuando yo era niño construyeron un supermercado cerca de mi casa. Antes teníamos que ir en bus para ir a comprar algunas cosas que no podíamos comprar en las tiendas de barrio, o para conseguir mejor precio. Fue todo un suceso y el día de la inauguración llamaron a un sacerdote para bendecir el supermercado. También llegó el alcalde que dio un discurso algo largo y aburrido. Esa vez mi papá me compró un helado de chocolate, estaba contento porque ya no habría que ir en bus a comprar a otro lado. Mi mamá me ponía en la carreta del super y yo me imaginaba que iba en un gran camión.

Con el tiempo los dueños del lugar se dieron cuenta de que necesitaban un lugar más grande porque llegaba mucha gente. Ampliaron el supermercado y construyeron un pequeño comercial con locales de otros negocios. En las fiestas y feriados contrataban grupos musicales y hacían promociones con descuentos. La gente esperaba esos días para hacer compras. Yo ya había entrado en la secundaria y aunque mis notas no eran tan buenas como en la primaria, mis papás estaban contentos con mi rendimiento. Los fines de semana jugaba en un equipo de fútbol de una liga juvenil. Era un centrocampista y mi entrenador decía que tenía futuro en liga mayor.

Cuando ingresé a la universidad conocí a la Tere y nos hicimos novios casi de inmediato. Al segundo año de la carrera obtuve mi primer empleo y tuve que dejar de jugar al fútbol porque no me quedaba tiempo ni energía. Aún ahora no sé cómo tenía tanta energía para estudiar y trabajar al mismo tiempo y además de vez en cuando ir a la disco con la Tere. Recuerdo que una vez que pusieron marimba en el supermercado bailamos toda una tarde con la Tere. La gente mayor que bailaba nos miraba y nos felicitaba por bailar tan bien y conservar la tradición. La Tere durante algún tiempo tomó clases de baile y fue la que me enseñó a bailar cualquier tipo de ritmo. Esa vez hasta nos dieron una tele de premio de parte de uno de los locales comerciales.

Al terminar la universidad me casé. No lo sabía entonces, pero era un escenario ideal: tenía un buen empleo, profesional universitario y felizmente casado. Compré un carro nuevo, del año. Mi mamá hasta lloró la navidad de ese año porque dijo que sus oraciones se habían cumplido. Fue una muy buena época. 

Al segundo año de casados con la Tere decidimos tener un hijo. Al ver que no sucedía fuimos con un doctor. Resultó que yo era infértil. Fue un golpe muy duro. De verdad estábamos ilusionados con tener hijos. La Tere fue a una clínica de fertilidad y le ofrecieron tratamientos, pero yo nunca quise ir. No era lo que yo quería. Tampoco quería adoptar. Supe de algunos casos de adopción que llevan años de trámite y mucho dinero en abogados. Además, la mafia de las adopciones, siempre se acerca alguien a ofrecer hacer las cosas más rápido, a cambio de una buena suma de dinero. Un domingo fui con mi mamá a almorzar y a contarle todo lo que sentía. La acompañé a hacer el super y me di cuenta de que el lugar ya no era el mismo. Estaba muy descuidado. Sí me dijo mi mamá, cambió la administración y ahora hacen reparaciones baratas. El piso estaba descuidado, lámparas que no funcionaban, estantes semivacíos. A la par del supermercado pusieron una tienda de muebles y quise ir a ver un nuevo escritorio. Cuando me dirigía con mi mamá a la tienda, un policía del supermercado corrió tras de mí y me dijo que no podía ir a ese lugar dejando mi carro en el super y que me cobrarían multa y parqueo. Me puse muy molesto y fui a la administración a reclamar y me negué a pagar nada por el parqueo puesto que había consumido en el lugar. La administradora me dijo que la gente se aprovechaba del parqueo y abusaba. Mi mamá tomó la iniciativa y con su don de gentes arregló todo con la administración.

Después de ocho años de matrimonio el problema de mi infertilidad había creado una gran distancia entre la Tere y yo. Un día ella me pidió el divorcio. Yo estaba tan cansado de las peleas que accedí al instante sin poner resistencia. Durante el proceso del divorcio me despidieron de la empresa, una corporación grande la había comprado y despidieron a buena parte del personal. Después del divorcio volví a casa de mis papás. Mi mamá culpaba a la Tere y yo le dije que no quería hablar del tema en un buen tiempo. Al siguiente domingo le dije a mi mamá que la llevaría a hacer el super y que por supuesto yo pagaba todo. Me dijo que tendríamos que ir un poco más lejos porque el supermercado de siempre estaba cerrado. Habían vendido el terreno para hacer un nuevo centro comercial y en unas semanas empezaría la construcción. Mi papá fue con nosotros y me compró un helado de chocolate.

José Joaquín

Soy José Joaquín y publico mis relatos breves en este sitio web desde 2004. ¡Muchas gracias por leer! Gracias a tus visitas este sitio puede existir.

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