La cantante


Siempre admiré la voz y energía de Pilar. La conocí cuando iba al conservatorio; ella siempre rodeada de admiradores porque era guapa, yo siempre ensayando. Componía sus propias canciones y soñaba triunfar con la música. Yo nunca tuve más aspiración que tocar todos los fines de semana, porque la música era mi vicio y yo estaba bien sabido de que yo no era ningún genio. Con vos quiero cantar, me dijo cuando me escuchó una tarde de ensayo.

Al principio íbamos a donde nos invitaran, sólo pedíamos transporte. Teníamos poco repertorio y sufríamos cuando nos pedían que tocáramos más tiempo porque todavía no estaba listo el siguiente artista o no había llegado el funcionario que iba a hablar después de nosotros. Poco a poco empezamos a tocar mejor y Pilar empezó a componer. Empezamos a tocar casi sólo canciones de ella. Después de un tiempo empezamos a cobrar y empezamos a odiar la cantaleta de que no nos pagarían pero nos ayudarían a darnos a conocer.

En las presentaciones importantes llevaba teclado y guitarra. En las menos importantes llevaba sólo la guitarra. Hubo un tiempo en el que había mucho trabajo. Fue en la época en que ella conoció a un promotor que nos llevaba a muchas municipalidades para las ferias patronales. Conocimos casi todo el país. Era fácil que la aceptaran porque Pilar cantaba bien y era bonita. Lo que no le gustaba al principio a la gente era que cantara sus propias canciones. Hubo que ceder en el camino y tocábamos temas populares además sus canciones.

La época de presentaciones frecuentes duró unos cuatro o cinco años. En ese tiempo tuvimos suerte y un tema de ella sonó en la radio. Entonces hubo un poco más de dinero, entrevistas, apariciones en radio y televisión y alguna que otra intervención como teloneros de artistas internacionales. Fuimos un par de veces a Los Ángeles y a España.

Tuvo muchos novios, pero como los fines de semana se mantenía ocupada, no le duraban. Además, un sólo desplante de celos de alguno de ellos era motivo suficiente para nunca más volverlos a buscar. De uno de ellos estuvo muy enamorada y la mayoría de sus mejores temas fueron escritos pensando en él, aún años después de haberlo cortado cuando lo sorprendió con una edecán en un evento que tuvimos en el puerto.

A estas alturas del relato supongo que el lector está esperando que yo declare que fuimos pareja, que nos enamoramos y fuimos felices. Siento decepcionarte, lector, pero no hubo nada de eso. Ella, guapa y todo, me gustaba, por supuesto. Pero desde el principio supe que estábamos en ligas diferentes y que nunca íbamos a coincidir. Las historias de amor donde el perdedor conquista a la bella damisela están bien para las películas pero no sucede en la vida real.

Eso sí, algunas veces tenía suerte y en los pueblos alguna muchacha se acercaba y yo me dejaba querer. Me fue mejor en la época en que me dejé el pelo largo. Las que participaban en concursos de reina y perdían también solían ser más amigables. Rara vez el romance trascendía el fin de semana, pero no puedo quejarme en cuanto a compañía femenina. Entiéndase también que yo no era demasiado exigente: la mujer que me gustaba era la que se sentía atraída hacia mí.

Cuando recién Pilar acaba de cortar con el novio del que estuvo enamorada, estábamos en Xela, después de un concierto. Llegó borracha a mi habitación de hotel a decirme que me quería, que yo era su mejor amigo, que era un gran músico, que por qué putas no se había enamorado de mí. Estuve tentado de hacerla pasar y cobrar premio, pero justo esa vez había tenido suerte y ya tenía compañía, una edecán, algo borracha también, a la que le había dicho que tenía buena voz sólo para ver qué sacaba. No la tenía, cantaba horrible.

Ese era el tiempo en que antes de las presentaciones Pilar lloraba sin parar. A veces me tocaba regañarla fuerte para que reaccionara. En otras ocasiones los otros compañeros músicos, cuando los había, la consolaban y la consentían un poco para que estuviera lista a la hora de presentarnos. Las canciones que habían sido escritas para su novio la hacían llorar en el escenario; era un espectáculo bello a la vez que triste.

No sé de quién fue la culpa, pero el promotor que nos llevaba a todos lados nos dejó y después de eso nos costaba mucho más conseguir contratos. Ella decía que el tipo se le había insinuado y que había querido besarla a la fuerza. Él decía que ella estaba loca. Lo cierto es que también Pilar era un poco diva, y eso pudo haber arruinado la situación.

Como no habían tantas presentaciones ni dinero, tocábamos sólo ella y yo. Tuve que conseguir un empleo de lunes a viernes como maestro de música para solventar la situación. En ese empleo conocí a mi mujer y me casé. Pilar nos compuso una muy buena canción, que tocamos en la fiesta de bodas.

Pocos meses después Pilar se fue a México a probar suerte. Aunque logró cantar en algunos lugares no fue suficiente, porque le tocaba pagar a los músicos que la acompañaban. Volvió un año después, justo cuando nacía mi hijo. Cuando regresó volvimos a tocar, pero esporádicamente. Ella consiguió empleo como visitadora médica y le iba mucho mejor que como cantante.

Pasaron otros tres años. Nos volvimos a reunir para tocar porque nos invitaron a un evento importante, y pedían que estuviésemos específicamente Pilar y yo. Como había escrito temas nuevos grabamos cinco de ellos. No sabemos cómo, un tema de esos llegó a la radio y le gustó a la gente. Creo que fue uno de los seguidores de Pilar el que se preocupó de hacerlo llegar. Se apareció otro promotor, volvieron las giras y los contratos y tuve que renunciar a mi empleo. Ya mi calvicie empieza a ser evidente, y tengo algunas libras de más. Pilar sigue guapa aunque ya no es la juvenil de antes.

Estuvimos de acuerdo en ahorrar todo lo que podamos, en disfrutarlo, a pesar de lo aburrido que a veces son los viajes y lo duro que son algunos públicos. Mi mujer forma parte del staff junto al sonidista. Pilar tiene un novio que nos acompaña a veces.

En la próxima feria patronal, deberás prestar atención, lector. Quizás estemos por ahí Pilar y yo. Una mujer guapa y un gordito algo calvo con los teclados. Siempre procuramos pasarla bien en el escenario. De repente no te gusta lo que hacemos, pero por favor, si nos reconocés, aplaudinos. Siempre tocamos para ganar algo más que sólo dinero.

José Joaquín

Soy José Joaquín y publico mis relatos breves en este sitio web desde 2004. ¡Muchas gracias por leer! Gracias a tus visitas este sitio puede existir.

Artículo Anterior Artículo Siguiente