El mitin


Temprano en la mañana un grupo de hombres monta la tarima donde será el mitin de la tarde. A media mañana llegan los del sonido con su equipo, su bocinas y micrófonos. Llegará al pueblo uno de los candidatos a la presidencia. Antes de él, estará una guapa cantante grupera, que se encargará de levantar el ambiente para que el candidato agarre al pueblo ya animado. En el camino hacia el pueblo, en la camioneta que traslada al candidato, está el asesor de marketing, puntualizando algunas cosas que debe decir el candidato en el mitin. El candidato lo escucha como si fuera un predicador, el mago que le ayudará a llegar al poder. Pero en el pueblo lo espera un grupo de vecinos que subversivamente tomará el micrófono.

El asesor de marketing diagnosticó que el pueblo es de clase baja, así que el candidato no debe usar pantalón de tela ni corbata. Llevará un chaleco que a su vez es antibalas. Usará camisa de manga larga arremangada, que indica que es un hombre trabajador. Al subir a la tarima uno de los locales, miembro del partido, le alcanzará un sombrero fabricado en el pueblo. El candidato a alcalde del pueblo y el candidato a diputado hablarán antes que él. En ningún caso hablará más de quince minutos. Una de las asociaciones del pueblo le entregará un reconocimiento.

El candidato repasa mentalmente el nombre del pueblo y de los pueblos de alrededor. Cuando hable de sus promesas para el pueblo debe enseñar las palmas, lo que indica honestidad. Las veces que diga que va a ganar las elecciones debe levantar la mano derecha empuñada. Debe tener cuidado con la modulación de la voz, debe casi gritar cuando diga que combatirá la violencia, pero debe bajar un poco la voz cuando hable de los ciudadanos honrados del pueblo, con los que cuenta para la elección.

El candidato llega a media tarde al pueblo. La cantante grupera ya hizo su intervención, y ahora está hablando el candidato a diputado. Al bajarse de la camioneta, lo reciben unos niños a quienes acaricia la cabeza. Un par de ancianas se acerca a abrazarlo. A los hombres les estrecha la mano derecha y con la izquierda los toma del antebrazo. Un par de señoras con niños de brazos se acercan para que el candidato los abrace. El fotógrafo oficial del partido toma las fotos pertinentes. Un camarógrafo toma video de toda la situación. Es el mismo rito en todos los pueblos que visita el candidato.

El grupo de vecinos que tomará el micrófono de forma simbólica, boicoteando el mitin, está atento a todos los movimientos. Sus miembros están repartidos por la calle, se comunican por celular. En menos de un minuto los quince miembros del grupo están enterados de la ubicación exacta del candidato. El plan comienza. El grupo lo ha planeado todo durante un mes. El acto que piensan hacer será simbólico, tal vez inútil, piensan algunos. Pero hay que hacerlo.

Mientras tanto el candidato llega hasta la tarima. Recibido con aplausos, el candidato comienza a dar su discurso. Promete que todo se va a solucionar, que él logrará con su equipo sacar adelante a nuestro maltrecho país. Sabe que si no promete grandes cosas, nadie votará por él. Sigue todos los consejos del asesor de marketing, se muestra enérgico cuando se necesita y afable cuando el discurso lo requiere. Los del grupo de vecinos se han hecho con la plaqueta de reconocimiento que le iban a entregar al candidato, y uno de ellos tomará el lugar de la persona que iba a entregarla.

El candidato termina su discurso en medio de aplausos. El maestro de ceremonias anuncia entonces que el candidato recibirá un reconocimiento de parte de la Asociación de Amigos del Pueblo. Pide que pase la persona encargada. Entonces suben cinco de los del grupo de vecinos. Los del partido y el candidato no saben que no son los de la Asociación de Amigos del Pueblo. Los pocos miembros verdaderos de esa asociación, armada sólo para el mitin, están borrachos en la cantina de uno de los del grupo de vecinos. Sólo un par de personas se dan cuenta del cambio, pero como no les interesa demasiado, esperan a ver qué pasa.

El vecino toma el micrófono.

Estimados vecinos. He venido aquí en representación de un grupo de vecinos indignados. Todos sabemos que el gobierno ha tenido abandonado a este pueblo, y que cada vez que hay elecciones todos los candidatos vienen a ofrecer de todo y después se olvidan de nosotros. Todos sabemos que los gastos de este mitin los financia…

El audio del micrófono que utilizaba el vecino fue cortado. Los encargados de la seguridad del candidato intentan bajar a los vecinos de la tarima. Otro de los vecinos entrega un megáfono al vecino para continuar el discurso. El candidato, abochornado, baja de la tarima y se enfila a su vehículo, a paso rápido.

El vecino de la voz cantante toma el megáfono y continúa su discurso.

Los gastos de este mitin los financia B, el dueño de las bodegas donde se almacena contrabando de todo tipo. Financia también los gastos de los mitines de todos los demás partidos. Ante los miembros de la dirigencia de los partidos es un empresario exitoso que apoya la campaña.

Los encargados del sonido del mitín elevan el volumen de la música, pero otro de los vecinos corta los cables de energía eléctrica con su machete.

El discurso del vecino continúa.

Ningún candidato va a trabajar por el pueblo. Todos nos van a pisar. Nos mataron al candidato del grupo de vecinos, ustedes se enteraron. Pero estimados vecinos, esto no puede seguir así. No es posible que vayamos a votar cada cuatro años por candidatos que no se interesan más que en el pisto. No podemos tomar el poder, pero por lo menos protestemos, indignémonos. Mandémolos a la mierda aunque sea de palabra. Que sepan que los detestamos, que no los queremos. En la boleta de las elecciones todos van a escribir el nombre de A, nuestro candidato asesinado. El que no sepa leer, que venga con nosotros y le enseñamos cómo poner el nombre. Nos quitaron la opción de elegir, pero a ellos no los queremos.

El vecino baja de la tarima en silencio. Todo el pueblo está callado. Sólo se escucha al fondo el ladrido de un perro y el vehículo del candidato que va camino hacia el siguiente pueblo. Unos pocos aplausos tímidos siguen al retiro de los del grupo de vecinos, pero pronto todos los presentes aplauden al unísono. Por la noche, un carro pasa enfrente de la casa del vecino que dio el discurso. De una de las ventanillas sale una mano empuñando un revólver. Dispara tres balazos en la puerta de la casa del vecino. El grupo de vecinos está en otro lugar, planeando las acciones para el mitin del siguiente candidato que llegue al pueblo.

José Joaquín

Soy José Joaquín y publico mis relatos breves en este sitio web desde 2004. ¡Muchas gracias por leer! Gracias a tus visitas este sitio puede existir.

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