Cinco de la madrugada de viernes, aún a oscuras la ciudad empieza su carrera en contra del tiempo. César ya está trotando por las calles cercadas de su colonia, con su reproductor mp3 en el brazo y los audífonos colocados a todo volumen. El ruido vehicular comienza a entrar por las ventanas a las casas. I gotta feeling, that tonights gonna be a good night, vibra en sus oídos y le ayuda a tener un buen ritmo de trote. Luego de algunos minutos comienza a correr más rápido. Piensa satisfecho en que tendrá todo el día ocupado, en la mañana y tarde con el trabajo, luego la universidad y luego la disco con la flaca. No habrá tiempo de pensar.
Después de media hora de correr sin descanso, César regresa a casa, se baña, se arregla, medio desayuna y sale disparado para el trabajo, hay cosas urgentes que entregar. Se recuerda de Amanda por un fugaz momento, pero luego piensa feliz que al menos hoy no tendrá tiempo de recordarla. Desde hace un mes que rellena cada rincón de tiempo que tiene para no pensarla, para no sufrirla. I gotta feeling dicen de nuevo los Black Eyed Peas en el radio del carro, mientras César lleva el ritmo golpeando suave el timón con sus manos.
Al llegar a la oficina su jefe le recuerda que debe entregar el informe y hacer los pagos de la quincena a más tardar a las tres de la tarde, todo urge, todo debe ser rápido y sin errores. Bueno, a echar punta. Nóminas, impuestos, cartas para empleados, todo sucede de prisa durante el día, sin pausa, sin descanso. Pero el eficiente César lo tiene todo listo a las dos treinta de la tarde. Revisa su correo electrónico y ve el mensaje que le avisa de la carrera del domingo, 21 kilómetros, va a estar buena. Luego sale apresurado para entregar documentos a otras empresas y regresa a la oficina justo a tiempo para salir. La universidad lo espera en medio de su locura sobrepoblacional de la hora de ingreso.
That tonights gonna be a good night vuelven a sonar los Peas en el carro que vuela para llegar a terminar la tarea de matemáticas que no le dio tiempo de terminar anoche. En el camino a la universidad entran tres llamadas, primero su hermana, que le pregunta molesta en dónde dejó la laptop, luego su mamá que sólo llamaba para contarle de una reunión de familia el domingo y por último su jefe, que le pregunta en dónde dejó los cheques para firmar. Ingresa un mensaje de texto de la flaca diciendo estamos fijos para disco, va?, César contesta simón vos, fijos. Al voltear al carro que tiene a la par en la cola, una muchacha casi igual a Amanda parece ir al volante, pero no, no es ella.
Como es viernes y pago de quincena el tráfico se pone imposible y lo detiene a un par de kilómetros de la universidad, en donde pasa una media hora de cola para al fin ingresar a las instalaciones y correr a terminar la tarea de matemáticas con la flaca. Después de terminar la tarea en la biblioteca, suben corriendo al cuarto nivel para entrar a la clase de matemáticas en donde tienen que entregar la tarea. Luego irán a recibir otras tres materias y se acabó la semana y a la disco.
Para aprovechar el tiempo César y la flaca se salen antes de que termine la última clase, se cambian de ropa y van lo más rápido que les deja el tráfico para la disco, antes de que se llene, y en el camino se encuentran con el Fabio y la chata que les dicen que deben apurarse para entrar que la disco ya está llena, parece. Una vez en la pista de la disco las dos parejas disfrutan la música y bailan y bailan. La pista está llena de jóvenes y no tan jóvenes que aprovechan el flujo de efectivo quincenal para matarlo en la disco y los que tengan suerte, en el afterparty.
Tonights the night night
Lets live it up
I got my money
Lets spend it up
Por un momento una muchacha que baila a algunos metros de distancia le recuerda a Amanda. Su pelo, su forma de bailar, su energía, todo es igual. Pero al observarla despacio, no es, la muchacha le sonríe al verlo cómo la ve. El sonríe de vuelta. Se vuelve a abrazar con la flaca, que está prometedoramente cariñosa. Descansan un par de veces para tomar algo en la barra.
Fill up my cup (Drink)
Mazel tov (l’chaim)
Look at her dancing (Move it Move it)
Just take it off
Bailan ellos para olvidar, para sólo pensar en el aquí y el ahora y no en inciertos futuros y no tan buenos pasados. Y así en esos pensamientos, en un dos por tres se acaba la disco, ya es la una de la mañana y la odiosa ley seca los saca a todos de la pista. En la calle todo mundo saca su celular para localizarse, para contestar algún mensaje de texto, algunos sólo lo sacan para mirar la hora. A César no le importa ver su celular, no hay quién me llame, piensa.
Salen las dos parejas juntas hacia el parqueo y se despiden prometiendo volver a juntarse otra vez para bailar, estuvo alegre. Fabio y la chata andan bien acaramelados y seguro que no van directo a su casa. César ya en el carro le da un par de besos a la flaca y le sugiere no ir directamente a su casa sino hacer una parada en el camino. Ella sonríe y le dice hoy no, tengo mi regla. César se molesta, pero logra disimular y la deja en su casa sin protestar.
César regresa a la casa cansado, pero con poco sueño. Enciende de nuevo el celular para avisarle a la flaca con un mensaje de texto que llegó sin novedad. Y ahí aparece Amanda, que envió un mensaje de texto diciendo que lo extraña. Todo el día huyendo de ella y justo al final vuelve para decirle lo mismo que todos los viernes en la noche, que lo extraña. Pero esta vez César ya no responderá ni la llamará al día siguiente, porque será lo mismo de las otras veces, ella sólo quería decir que lo extrañaba, nada más. Que ella está bien con su novio, que se van a casar. Tal vez sea hora de cambiar de número.
Lentamente, al compás de la música suave que puso en su equipo de sonido, César empieza a sentir sueño. Mañana será otro día, habrá que salir a entrenar para la carrera del domingo. Cuando se corre lo suficiente se queda uno tan agotado que ya no puede pensar. También con la bailada pasa. La carrera del domingo es dura, habrá que estar concentrado para terminarla bien. Qué cansancio, qué sueño, esa chava de la disco cómo se parecía a la Amanda, saber qué onda, pero se parecía mucho. Quién sabe qué clavos tenga que me manda mensajes así, pero ya no le voy a contestar, ya mejor tranquilo. Tal vez y me sale rollo con la flaca, de plano me la está haciendo cansada para emocionarme más. Pero qué bueno que hay carrera el domingo, así tengo mi fin de semana ocupado y no pienso tanto en eso. Tal vez sería bueno ir a la iglesia por la tarde. Tal vez ir al cine, tal vez…
Después de media hora de correr sin descanso, César regresa a casa, se baña, se arregla, medio desayuna y sale disparado para el trabajo, hay cosas urgentes que entregar. Se recuerda de Amanda por un fugaz momento, pero luego piensa feliz que al menos hoy no tendrá tiempo de recordarla. Desde hace un mes que rellena cada rincón de tiempo que tiene para no pensarla, para no sufrirla. I gotta feeling dicen de nuevo los Black Eyed Peas en el radio del carro, mientras César lleva el ritmo golpeando suave el timón con sus manos.
Al llegar a la oficina su jefe le recuerda que debe entregar el informe y hacer los pagos de la quincena a más tardar a las tres de la tarde, todo urge, todo debe ser rápido y sin errores. Bueno, a echar punta. Nóminas, impuestos, cartas para empleados, todo sucede de prisa durante el día, sin pausa, sin descanso. Pero el eficiente César lo tiene todo listo a las dos treinta de la tarde. Revisa su correo electrónico y ve el mensaje que le avisa de la carrera del domingo, 21 kilómetros, va a estar buena. Luego sale apresurado para entregar documentos a otras empresas y regresa a la oficina justo a tiempo para salir. La universidad lo espera en medio de su locura sobrepoblacional de la hora de ingreso.
That tonights gonna be a good night vuelven a sonar los Peas en el carro que vuela para llegar a terminar la tarea de matemáticas que no le dio tiempo de terminar anoche. En el camino a la universidad entran tres llamadas, primero su hermana, que le pregunta molesta en dónde dejó la laptop, luego su mamá que sólo llamaba para contarle de una reunión de familia el domingo y por último su jefe, que le pregunta en dónde dejó los cheques para firmar. Ingresa un mensaje de texto de la flaca diciendo estamos fijos para disco, va?, César contesta simón vos, fijos. Al voltear al carro que tiene a la par en la cola, una muchacha casi igual a Amanda parece ir al volante, pero no, no es ella.
Como es viernes y pago de quincena el tráfico se pone imposible y lo detiene a un par de kilómetros de la universidad, en donde pasa una media hora de cola para al fin ingresar a las instalaciones y correr a terminar la tarea de matemáticas con la flaca. Después de terminar la tarea en la biblioteca, suben corriendo al cuarto nivel para entrar a la clase de matemáticas en donde tienen que entregar la tarea. Luego irán a recibir otras tres materias y se acabó la semana y a la disco.
Para aprovechar el tiempo César y la flaca se salen antes de que termine la última clase, se cambian de ropa y van lo más rápido que les deja el tráfico para la disco, antes de que se llene, y en el camino se encuentran con el Fabio y la chata que les dicen que deben apurarse para entrar que la disco ya está llena, parece. Una vez en la pista de la disco las dos parejas disfrutan la música y bailan y bailan. La pista está llena de jóvenes y no tan jóvenes que aprovechan el flujo de efectivo quincenal para matarlo en la disco y los que tengan suerte, en el afterparty.
Tonights the night night
Lets live it up
I got my money
Lets spend it up
Por un momento una muchacha que baila a algunos metros de distancia le recuerda a Amanda. Su pelo, su forma de bailar, su energía, todo es igual. Pero al observarla despacio, no es, la muchacha le sonríe al verlo cómo la ve. El sonríe de vuelta. Se vuelve a abrazar con la flaca, que está prometedoramente cariñosa. Descansan un par de veces para tomar algo en la barra.
Fill up my cup (Drink)
Mazel tov (l’chaim)
Look at her dancing (Move it Move it)
Just take it off
Bailan ellos para olvidar, para sólo pensar en el aquí y el ahora y no en inciertos futuros y no tan buenos pasados. Y así en esos pensamientos, en un dos por tres se acaba la disco, ya es la una de la mañana y la odiosa ley seca los saca a todos de la pista. En la calle todo mundo saca su celular para localizarse, para contestar algún mensaje de texto, algunos sólo lo sacan para mirar la hora. A César no le importa ver su celular, no hay quién me llame, piensa.
Salen las dos parejas juntas hacia el parqueo y se despiden prometiendo volver a juntarse otra vez para bailar, estuvo alegre. Fabio y la chata andan bien acaramelados y seguro que no van directo a su casa. César ya en el carro le da un par de besos a la flaca y le sugiere no ir directamente a su casa sino hacer una parada en el camino. Ella sonríe y le dice hoy no, tengo mi regla. César se molesta, pero logra disimular y la deja en su casa sin protestar.
César regresa a la casa cansado, pero con poco sueño. Enciende de nuevo el celular para avisarle a la flaca con un mensaje de texto que llegó sin novedad. Y ahí aparece Amanda, que envió un mensaje de texto diciendo que lo extraña. Todo el día huyendo de ella y justo al final vuelve para decirle lo mismo que todos los viernes en la noche, que lo extraña. Pero esta vez César ya no responderá ni la llamará al día siguiente, porque será lo mismo de las otras veces, ella sólo quería decir que lo extrañaba, nada más. Que ella está bien con su novio, que se van a casar. Tal vez sea hora de cambiar de número.
Lentamente, al compás de la música suave que puso en su equipo de sonido, César empieza a sentir sueño. Mañana será otro día, habrá que salir a entrenar para la carrera del domingo. Cuando se corre lo suficiente se queda uno tan agotado que ya no puede pensar. También con la bailada pasa. La carrera del domingo es dura, habrá que estar concentrado para terminarla bien. Qué cansancio, qué sueño, esa chava de la disco cómo se parecía a la Amanda, saber qué onda, pero se parecía mucho. Quién sabe qué clavos tenga que me manda mensajes así, pero ya no le voy a contestar, ya mejor tranquilo. Tal vez y me sale rollo con la flaca, de plano me la está haciendo cansada para emocionarme más. Pero qué bueno que hay carrera el domingo, así tengo mi fin de semana ocupado y no pienso tanto en eso. Tal vez sería bueno ir a la iglesia por la tarde. Tal vez ir al cine, tal vez…