He ido a todos los partidos de local de la actual eliminatoria mundialista y he gritado los goles como el más fanático. He pasado toda mi vida soñando con estar vivo para cuando mi país llegue al mundial. Desde 1989 he llorado las derrotas que nos han dejado una y otra vez fuera del camino a la cita más grande del fútbol. Pero después de darme cuenta de las consecuencias que puede tener dicha clasificación, lo mejor que nos puede pasar es quedar eliminados de Alemania 2006.
Lo digo con un dolor profundo y asesino. Ayer por la tarde estuve haciendo memoria y atando cabos. En octubre de 1974 el equipo Municipal (el mejor de Centroamérica) ganó la copa de CONCACAF y se enfrentó en la copa Interamericana al Independiente de Argentina en dos vibrantes partidos que terminaron a favor de los sudacas después de una definición por penales. En febrero de 1976, menos de año y medio después, ocurrió un terremoto que causó 25,000 muertos.
En febrero de 1998 la selección de Guatemala hizo una de las hazañas más memorables: empató uno a uno con la selección de Brasil, en ese entonces todavía campeón del mundo. Hay que recordar que los cariocas alinearon a su formación titular. Pues en ese mismo año, a finales de octubre y principios de noviembre, el huracán Mitch paralizó al país y ocasionó miles de muertos y damnificados en toda Centroamérica.
En 1999 el Comunicaciones (el peor equipo del mundo) se coronaba tetracampeón del torneo local de fútbol. Al año siguiente, subió al poder Alfonso Portillo. Algunos al recordar a tan siniestra figura sufren una náusea nerviosa. Sólo basta mencionar su nombre al presentador Dionisio Gutiérrez para que su piel se llene ronchas de alergia y convulsione con la boca llena de espuma. Y no sólo le pasa a él.
Después de hacer el recuerdo de esas fechas, me da terror lo que pueda causar una clasificación guatemalteca al Mundial de Alemania 2006. Es posible y me persigno la boca mientras esto digo que una clasificación chapina a este evento pueda causar el fin del mundo. Sí, dije fin del mundo.
Los jugadores ya están enterados de esta terrible noticia porque el vidente oficial de la selección se los comunicó antes del partido contra Estados Unidos, partido que perdimos dos a cero (¿coincidencia?). Así que si Guatemala no clasifica al Mundial, los chapines no debemos sentirnos frustrados. Nuestros jugadores habrán evitado, una vez más, una hecatombe mundial.
Lo digo con un dolor profundo y asesino. Ayer por la tarde estuve haciendo memoria y atando cabos. En octubre de 1974 el equipo Municipal (el mejor de Centroamérica) ganó la copa de CONCACAF y se enfrentó en la copa Interamericana al Independiente de Argentina en dos vibrantes partidos que terminaron a favor de los sudacas después de una definición por penales. En febrero de 1976, menos de año y medio después, ocurrió un terremoto que causó 25,000 muertos.
En febrero de 1998 la selección de Guatemala hizo una de las hazañas más memorables: empató uno a uno con la selección de Brasil, en ese entonces todavía campeón del mundo. Hay que recordar que los cariocas alinearon a su formación titular. Pues en ese mismo año, a finales de octubre y principios de noviembre, el huracán Mitch paralizó al país y ocasionó miles de muertos y damnificados en toda Centroamérica.
En 1999 el Comunicaciones (el peor equipo del mundo) se coronaba tetracampeón del torneo local de fútbol. Al año siguiente, subió al poder Alfonso Portillo. Algunos al recordar a tan siniestra figura sufren una náusea nerviosa. Sólo basta mencionar su nombre al presentador Dionisio Gutiérrez para que su piel se llene ronchas de alergia y convulsione con la boca llena de espuma. Y no sólo le pasa a él.
Después de hacer el recuerdo de esas fechas, me da terror lo que pueda causar una clasificación guatemalteca al Mundial de Alemania 2006. Es posible y me persigno la boca mientras esto digo que una clasificación chapina a este evento pueda causar el fin del mundo. Sí, dije fin del mundo.
Los jugadores ya están enterados de esta terrible noticia porque el vidente oficial de la selección se los comunicó antes del partido contra Estados Unidos, partido que perdimos dos a cero (¿coincidencia?). Así que si Guatemala no clasifica al Mundial, los chapines no debemos sentirnos frustrados. Nuestros jugadores habrán evitado, una vez más, una hecatombe mundial.