El otro día, iba todo hecho lata porque en el chance todo me fue mal. Venía por la calle pateando piedras y caminando con desgano. De repente, a la orilla del camino, ví algo brillante. Era una lámpara mágica color oro, la recogí. Como manda la costumbre, la froté y salió el consabido genio.
Hola amo, soy el genio de la lámpara, puedes pedir un deseo que yo te lo concederé dijo con voz en eco.
¡Qué joder! exclamé yo. Antes le concedían a uno tres deseos y ahora sólo un pinche deseo decís vos que me vas a conceder. Todo está devaluado ahora, hasta los deseos de las lámparas.
—Amo, he de informarte que eso de los tres deseos eran inventos de la tradición oral, en realidad, los estatutos de la Gremial de Genios del Mundo (GGM), siempre han contemplado un solo deseo.
—Puras pajas me estás dando —contesté algo enfadado—. Pero en fin, te pediré mi deseo: una noche con Marilyn Monroe.
Pude ver cómo le cambiaba la cara y se angustiaba un poco. Me explicó que debido a problemas del sistema con el tiempo y el espacio, esto era imposible, puesto que Marilyn estaba muerta. Si ella existiese todavía, se podría replicar su presencia y traérmela para hacer realidad mi deseo. Me preguntó qué por qué no era yo como los demás, que pedían dinero y fama, que en eso se había especializado en la Universidad.
No me interesan tus estudios, ni el dinero, ni la fama. En realidad los detesto. Un deseo es un deseo, y quiero que se cumpla. Ya he tenido un día malo como para que un genio venga y me diga que no puede hacer su trabajo como se debe. ¡Dónde se habrá visto!
En verdad ustedes los humanos sí que son de a huevo. No solo el servicio es gratuito, sino que además se ponen exigentes. Así como con los correos electrónicos, que andan exigiendo como si pagaran grandes cantidades, y lo peor es que les hacen caso.
Mirá vos genio, no te me pongás al brinco porque hoy estoy para trancazos. Vos mirá cómo me concedés el puto deseo y ya. Dejame de estar dando casaca.
El genio viendo que no tenía alternativa, agarró su celular y marcó el teléfono de un su cuate, genio también. Habló un par de minutos, y luego colgó.
Bien —dijo algo aburrido el genio—, he consultado con uno de mis cuates que se ha visto en una situación parecida, y me ha informado que a las celebridades muertas sólo se les puede traer una vez, transgrediendo las leyes del tiempo y el espacio. Pero Marilyn ya fue traída por deseo de otro amo, y por lo tanto no se te puede conceder ese deseo, por lo cual tendrás que cambiarlo o no pedir ninguno.
—Bueno —dije yo—, decepcionado y derrotado, ya que no hay de otra, dame unos 10 millones de dólares en un banco de Miami y quedamos en paz.
Tus deseos son órdenes para mí Amo. Deseo concedido.
Así es como me hice millonario de la noche a la mañana, estimados lectores. No crean en esas patrañas de la prensa, que dicen que yo ando metido en cosas oscuras como el narcotráfico o el contrabando. Envidiosos que son. Lo que les conté aquí es la verdad verdadera. Créanme.
Hola amo, soy el genio de la lámpara, puedes pedir un deseo que yo te lo concederé dijo con voz en eco.
¡Qué joder! exclamé yo. Antes le concedían a uno tres deseos y ahora sólo un pinche deseo decís vos que me vas a conceder. Todo está devaluado ahora, hasta los deseos de las lámparas.
—Amo, he de informarte que eso de los tres deseos eran inventos de la tradición oral, en realidad, los estatutos de la Gremial de Genios del Mundo (GGM), siempre han contemplado un solo deseo.
—Puras pajas me estás dando —contesté algo enfadado—. Pero en fin, te pediré mi deseo: una noche con Marilyn Monroe.
Pude ver cómo le cambiaba la cara y se angustiaba un poco. Me explicó que debido a problemas del sistema con el tiempo y el espacio, esto era imposible, puesto que Marilyn estaba muerta. Si ella existiese todavía, se podría replicar su presencia y traérmela para hacer realidad mi deseo. Me preguntó qué por qué no era yo como los demás, que pedían dinero y fama, que en eso se había especializado en la Universidad.
No me interesan tus estudios, ni el dinero, ni la fama. En realidad los detesto. Un deseo es un deseo, y quiero que se cumpla. Ya he tenido un día malo como para que un genio venga y me diga que no puede hacer su trabajo como se debe. ¡Dónde se habrá visto!
En verdad ustedes los humanos sí que son de a huevo. No solo el servicio es gratuito, sino que además se ponen exigentes. Así como con los correos electrónicos, que andan exigiendo como si pagaran grandes cantidades, y lo peor es que les hacen caso.
Mirá vos genio, no te me pongás al brinco porque hoy estoy para trancazos. Vos mirá cómo me concedés el puto deseo y ya. Dejame de estar dando casaca.
El genio viendo que no tenía alternativa, agarró su celular y marcó el teléfono de un su cuate, genio también. Habló un par de minutos, y luego colgó.
Bien —dijo algo aburrido el genio—, he consultado con uno de mis cuates que se ha visto en una situación parecida, y me ha informado que a las celebridades muertas sólo se les puede traer una vez, transgrediendo las leyes del tiempo y el espacio. Pero Marilyn ya fue traída por deseo de otro amo, y por lo tanto no se te puede conceder ese deseo, por lo cual tendrás que cambiarlo o no pedir ninguno.
—Bueno —dije yo—, decepcionado y derrotado, ya que no hay de otra, dame unos 10 millones de dólares en un banco de Miami y quedamos en paz.
Tus deseos son órdenes para mí Amo. Deseo concedido.
Así es como me hice millonario de la noche a la mañana, estimados lectores. No crean en esas patrañas de la prensa, que dicen que yo ando metido en cosas oscuras como el narcotráfico o el contrabando. Envidiosos que son. Lo que les conté aquí es la verdad verdadera. Créanme.