Por José Joaquín López
Hace un par de años, participamos con unos amigos en las actividades musicales de la Huelga de Dolores, en Guatemala. La expectativa giraba en torno a la intervención de Los Guaraguao, que habían sido especialmente invitados al evento. Tocamos como cinco rolas y después esperamos su aparición. Sonaron igualito que en los CD’s.
Como habíamos participado en el evento, nos quedamos backstage para saludarlos. Tipos simpáticos el vocalista y el mandolinista-guitarrista-tecladista. Sin nada de presunciones. Nos compartieron algunas vivencias y algo de música. Al que no pude saludar fue al baterista, que salió rápido para el hotel.
Uno de los cuates del grupo estaba muy emocionado. Andaba con su novia y le pidieron autógrafos a Los Guaraguao.
-¿A ése también le pido? -le dijo la novia a mi cuate-.
-Sí, pedíselo.
Ella se acercó con el moreno y le pidió su autógrafo.
El le dijo: -Con mucho gusto te lo doy, pero yo no soy ningún artista, soy Sydney Samuels, decano de Ingeniería.
Y le firmó el autógrafo.
Hace un par de años, participamos con unos amigos en las actividades musicales de la Huelga de Dolores, en Guatemala. La expectativa giraba en torno a la intervención de Los Guaraguao, que habían sido especialmente invitados al evento. Tocamos como cinco rolas y después esperamos su aparición. Sonaron igualito que en los CD’s.
Como habíamos participado en el evento, nos quedamos backstage para saludarlos. Tipos simpáticos el vocalista y el mandolinista-guitarrista-tecladista. Sin nada de presunciones. Nos compartieron algunas vivencias y algo de música. Al que no pude saludar fue al baterista, que salió rápido para el hotel.
Uno de los cuates del grupo estaba muy emocionado. Andaba con su novia y le pidieron autógrafos a Los Guaraguao.
-¿A ése también le pido? -le dijo la novia a mi cuate-.
-Sí, pedíselo.
Ella se acercó con el moreno y le pidió su autógrafo.
El le dijo: -Con mucho gusto te lo doy, pero yo no soy ningún artista, soy Sydney Samuels, decano de Ingeniería.
Y le firmó el autógrafo.